Una vida de entrenamiento y dedicación. Cuatro años de planificación. Un momento para que los atletas se prueben ante el mundo.
En los Juegos Olímpicos de París, los atletas de élite y sus entrenadores ponen los toques finales a cuatro años de planificación y entrenamiento meticuloso. En unas semanas, los paralímpicos y sus entrenadores harán lo mismo.
Tendemos a enfocarnos en los atletas: sus historias, sacrificios, triunfos y desazones.
Pero a menudo prestamos menos atención a las personas detrás de los atletas, incluidos los entrenadores y equipos de apoyo que, al igual que los fanáticos, comparten la montaña rusa de altos y bajos con los atletas.
Muchos australianos recordarán con cariño la explosión emocional del entrenador de natación Dean Boxall después de ver a Ariarne Titmus ganar la emocionante final de 400m estilo libre en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Las emociones son reales, palpables, emocionantes… y agotadoras.
Cada semana, los entrenadores de élite montan esta ola de estrés. Observan con esperanza que los efectos acumulativos del entrenamiento y la reflexión, luego más entrenamiento y más reflexión, tomen forma en el campo deportivo.
Las altas y bajas pueden ser extremas.
Uno de los beneficios de los deportes de temporada es la continuidad del juego. Cada semana, a pesar del resultado, tienes otra oportunidad para mejorar en el rendimiento pasado.
Este no es el caso de los Juegos Olímpicos.
En los Juegos Olímpicos, la edad del atleta, su estado físico, habilidades y capacidad para manejar el estrés deben unirse en un momento perfecto.
La mayoría de los atletas olímpicos tienen el mismo objetivo: el oro. Pero con tan poco espacio en la cima, habrá más decepciones que triunfos.
Después de unos Juegos Olímpicos, puede surgir un fenómeno único denominado “depresión post-olímpica”, donde los atletas y entrenadores experimentan un estado de ánimo deprimido, falta de interés y propósito, ansiedad y un bienestar general más pobre una vez que los juegos terminan.
Desafortunadamente, muchos entrenadores no utilizan o subutilizan los servicios de apoyo psicológico, quizás por no querer ser vistos como vulnerables o débiles, o por sentirse incómodos al no tener todas las respuestas o soluciones.
La investigación pasada en Australia ha indicado que hasta un 40% de los entrenadores olímpicos de élite sufren problemas de salud mental, aunque menos del 6% buscan ayuda.
El estrés es un concepto bien explorado, aunque aún es incomprendido en gran medida.
Una forma útil de entender el estrés proviene de los investigadores Lazarus y Folkman, quienes sugieren que el estrés es la respuesta de un individuo a las amenazas percibidas o “estresores” en su entorno.
Tomemos el ejemplo de un atleta en la final de los 100m sprint frente a un estadio lleno. Cómo el atleta responde puede depender de su nivel de experiencia, confianza y entrenamiento.
Algunos atletas implementarán exitosamente su rutina previa a la carrera para preparar su mente y cuerpo, mientras que otros pueden sucumbir a la presión de la ocasión y los nervios que sienten.
Lazarus y Folkman argumentan que el estrés es una parte inevitable de ser humano, pero es la capacidad de un individuo para lidiar con este estrés lo que marca una gran diferencia.
Sin importar el nivel, todos los entrenadores enfrentan estresores comunes en su rol: formar y manejar relaciones con los atletas, asumir la responsabilidad por otros, planificar y lidiar con lo inesperado, una falta de apoyo y, por supuesto, la decepción de perder y la necesidad de “recuperarse”.
Es importante señalar, sin embargo, que no todo el estrés es malo. Algo de estrés es necesario ya que puede motivarnos a planificar, entrenar y desempeñarnos al máximo de nuestras capacidades.
La investigación puede proporcionar algunos consejos útiles sobre cómo lidiar con el estrés dentro y fuera del ámbito deportivo:
El afrontamiento enfocado en el problema aborda la causa raíz del estrés desarrollando planes y tomando medidas para resolver problemas. No puedes controlar el clima o los oficiales, pero puedes ser proactivo y retomar el control desarrollando rutinas y estrategias de preparación coherentes, así como planes para cuando las cosas no van como deseas.
El afrontamiento enfocado en las emociones requiere manejar las emociones relacionadas con el estrés a través de técnicas como la relajación, buscar apoyo social y replantear pensamientos negativos. La derrota no necesariamente tiene que ser una experiencia negativa, sino que los atletas y entrenadores pueden replantearla como una experiencia de aprendizaje.
Focalizarse en una mentalidad de dominio en lugar de un entorno de rendimiento. Un entorno de dominio se centra en oportunidades para mejorar, resolver problemas y superar obstáculos. Por otro lado, un clima de rendimiento se centra en los resultados y ganar.
La investigación muestra que enfocarse en los resultados puede hacer que la derrota se sienta aún peor, mientras que centrarse en el dominio y el disfrute se asocia con un mejor afrontamiento.
Tratar de evitar el “pensamiento contrafactual”. Este concepto describe nuestra tendencia a enfocarnos en lo que pudo haber sido. Un ejemplo interesante de esto proviene de los Juegos Olímpicos, donde algunos estudios han documentado que los ganadores de medallas de bronce eran más felices que los ganadores de medallas de plata. ¿Por qué? Los ganadores de bronce estaban felices simplemente de obtener una medalla, mientras que los ganadores de plata se enfocaron en haber “casi” ganado el oro.
Así que la próxima vez que te enfrentes a una decepción, trata de no enfocarte en lo que podría haber sido.
En cambio, haz un plan para la próxima vez, explora cómo puedes pensar de manera diferente sobre lo que sucedió, solicita el apoyo y los consejos de mentores, compañeros, amigos y familiares, e intenta recordar por qué lo estás haciendo en primer lugar (pista: ¡disfrutarlo ayuda!).